Su Santidad Benedicto XVI, ha puesto en nuestras manos un rico y hermoso mensaje para vivir con intensidad el tiempo de cuaresma que se aproxima.
La cita bíblica que ilumina las reflexiones del Santo Padre es de la Carta a los Hebreos 10, 24: “fijémonos los unos en los otros para estimulo de la caridad y las buenas obras”.
La cuaresma nos ofrece siempre la oportunidad de reflexionar sobre la vida cristiana. Una de las virtudes principales del cristiano es la caridad, virtud teologal, y esta caridad se concretiza cuando fijamos la mirada en el otro, precisamente el que está cerca de mí, ese otro vive circunstancias especificas en su vida personal, familiar y social.
Uno que dice amar a Dios no debe mostrarse extraño ni indiferente frente al dolor humano. Es que el egoísmo y la indiferencia son dos actitudes que están corroyendo el corazón del hombre de hoy.
El vicario de Cristo, nos invita a cultivar una mirada de fraternidad, de solidaridad y de justicia, así como de misericordia y de compasión. Compartir con el otro la vida escuchándole, es fraternizar; ayudar al otro, es ser solidario; y, dar a tu empleado un justo salario, es un acto de justicia. Paolo VI, afirmaba con acierto que el mundo de hoy sufre especialmente de una falta de fraternidad.
La cultura contemporánea parece haber perdido el sentido del bien y del mal, por lo que es necesario reafirmar con fuerza que el bien existe y vence todo, porque Dios es buen y hace el bien ( salmo 119, 68). El mismo Jesús, devolvió la vista al ciego, dio pan al hambriento, rescató y convirtió la mujer adúltera. Nunca fue indiferente ante el sufrimiento humano. El bien es el que suscita, protege y promueve la vida, la fraternidad y la comunión.
La responsabilidad para con el prójimo significa, por tanto, querer y hacer el bien al otro, deseando al mismo tiempo que el beneficiado se abra a la lógica del bien. Interesarse por el hermano, significa abrir los ojos a sus necesidades corporales, morales y espirituales. Dos son las instancias que deben velar por el bien de los que componemos la sociedad. La primera instancia es el Estado y la segunda instancia ha de ser cada uno de nosotros. Mirar al prójimo significa que el Estado de una buena atención a los enfermos que buscan solución a sus enfermedades en los centros hospitalarios. Es además garantizar que los dominicanos y dominicanas puedan alimentarse correctamente, es mirar si los niños y los jóvenes están estudiando o están haciendo cosas incorrectas, es crear y generar fuentes de empleo.
Continúa diciendo Benedicto XVI, que siempre es necesaria una mirada que ame y corrija, que conozca y reconozca, que discierna y perdone (cfr. Lc. 22,61). Si hemos hecho la opción por Jesucristo, fijémonos en el hermano, atendamos sus necesidades, toda obra buena, Dios la ve del cielo y la premia. Que es tiempo que se aproxima de cuaresma, sea un tiempo verdaderamente santo y fecundo, miremos hacia arriba para recibir del Dios de la vida, la fuerza y la sensibilidad; y así, al mirar al hermano seamos capaces de ser solidario, justo y fraterno.
La cita bíblica que ilumina las reflexiones del Santo Padre es de la Carta a los Hebreos 10, 24: “fijémonos los unos en los otros para estimulo de la caridad y las buenas obras”.
La cuaresma nos ofrece siempre la oportunidad de reflexionar sobre la vida cristiana. Una de las virtudes principales del cristiano es la caridad, virtud teologal, y esta caridad se concretiza cuando fijamos la mirada en el otro, precisamente el que está cerca de mí, ese otro vive circunstancias especificas en su vida personal, familiar y social.
Uno que dice amar a Dios no debe mostrarse extraño ni indiferente frente al dolor humano. Es que el egoísmo y la indiferencia son dos actitudes que están corroyendo el corazón del hombre de hoy.
El vicario de Cristo, nos invita a cultivar una mirada de fraternidad, de solidaridad y de justicia, así como de misericordia y de compasión. Compartir con el otro la vida escuchándole, es fraternizar; ayudar al otro, es ser solidario; y, dar a tu empleado un justo salario, es un acto de justicia. Paolo VI, afirmaba con acierto que el mundo de hoy sufre especialmente de una falta de fraternidad.
La cultura contemporánea parece haber perdido el sentido del bien y del mal, por lo que es necesario reafirmar con fuerza que el bien existe y vence todo, porque Dios es buen y hace el bien ( salmo 119, 68). El mismo Jesús, devolvió la vista al ciego, dio pan al hambriento, rescató y convirtió la mujer adúltera. Nunca fue indiferente ante el sufrimiento humano. El bien es el que suscita, protege y promueve la vida, la fraternidad y la comunión.
La responsabilidad para con el prójimo significa, por tanto, querer y hacer el bien al otro, deseando al mismo tiempo que el beneficiado se abra a la lógica del bien. Interesarse por el hermano, significa abrir los ojos a sus necesidades corporales, morales y espirituales. Dos son las instancias que deben velar por el bien de los que componemos la sociedad. La primera instancia es el Estado y la segunda instancia ha de ser cada uno de nosotros. Mirar al prójimo significa que el Estado de una buena atención a los enfermos que buscan solución a sus enfermedades en los centros hospitalarios. Es además garantizar que los dominicanos y dominicanas puedan alimentarse correctamente, es mirar si los niños y los jóvenes están estudiando o están haciendo cosas incorrectas, es crear y generar fuentes de empleo.
Continúa diciendo Benedicto XVI, que siempre es necesaria una mirada que ame y corrija, que conozca y reconozca, que discierna y perdone (cfr. Lc. 22,61). Si hemos hecho la opción por Jesucristo, fijémonos en el hermano, atendamos sus necesidades, toda obra buena, Dios la ve del cielo y la premia. Que es tiempo que se aproxima de cuaresma, sea un tiempo verdaderamente santo y fecundo, miremos hacia arriba para recibir del Dios de la vida, la fuerza y la sensibilidad; y así, al mirar al hermano seamos capaces de ser solidario, justo y fraterno.
Pbro. Felipe de Jesús Colón Padilla
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